Su vuelta al cine se
produce con Mujeres en Venecia (The
Honey Pot, 1967) rodada en Italia
para United Artist inspirándose en Volpone,
la obra teatral de Ben Jonson. Mankiewicz escribe un guion vanguardista con
piruetas estructurales y metanarrativas como
el hecho de que el director aparezca en pantalla para corregir a los actores,
pero a los productores no les gustó y le obligaron a rodar una película menos
compleja y arriesgada.
En 1970 dirige un
western, el insólito y divertido El día de los tramposos (There Was a Crooked Man) La acción se
sitúa en 1883 en una prisión federal de Arizona en la que un preso, Paris
Pitman (interpretado por Kirk Douglas) dice que tiene un botín de medio millón
de dólares enterrado en el desierto y trata de convencer a varios compañeros
para que le ayuden a escapar a la vez que se trata de ganar la confianza del
alcaide Lopeman (Henry Fonda).
El día de los tramposos (1970), (Atraco)
Posteriormente realiza
junto a Sidney Lumet el documental King: A Filmed Record… Montgomery to Memphis
(1970) sobre la figura de Martin Luther King que abarca desde el año 1955 hasta
su asesinato en 1968.
En 1972 dirige su última
película La huella (Sleuth, 1972) que se convierte en un éxito de
crítica y público. Basada en un guion de Anthony Shaffer según su obra teatral,
supone un divertimento absoluto para un espectador inteligente que quiere jugar
y que jueguen con él. Andrew Wyke,
prestigioso escritor de novelas de intriga, invita a Milo Tindle, amante de su
esposa y dueño de salones de belleza, a su casa para proponerle un plan del que
ambos saldrán beneficiados. La obsesión del escritor por los juegos de ingenio
hará que esa velada no tenga desperdicio.
La huella (Sleuth, 1972)
Pese al éxito de este
film Mankiewicz no vuelve a dirigir, está desencantado con el cine que está
surgiendo y hace declaraciones como estas:
La
muerte de Hollywood se encuentra en los efectos especiales y en gente como Mel
Brooks. Si Mel Brooks hubiese surgido en mi época no hubiese servido ni para
ayudante de camarero.
He
estado en el comienzo, en el auge, en la cima, en el hundimiento y en el fin de
las películas habladas.
Ciertos
cineastas jóvenes han realizado cinco o seis películas sin haber dirigido a un
solo ser humano. (…) creo que muy a menudo los cineastas contemporáneos se
sienten aterrorizados frente a los actores y a un conflicto humano.
Es evidente que el cine,
tal y como él lo había conocido, sí que tocaba a su fin. Su retirada es uno de los
indicadores del final de una manera de entender el cine, el final de la época dorada de Hollywood.
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