Hay cosas que sólo se pueden decir en un escenario y si no lo tienes hay que crearlo.
El decorado es parte inherente, imprescindible de las partes inherentes e imprescindibles de nuestra vida.
Necesitamos escenarios porque actuamos, lo hacemos siempre, aunque destacan los grandes escenarios: un aula magna, una iglesia, un dormitorio, un juzgado.
El cine es un decorado doble, sin él no situamos la acción, perdemos contexto y podemos equivocar a los espectadores.
Hay película que lo mejor que tienen es un buen decorado (véase cualquiera de Almodóvar) y décadas en las que los escenarios son una delicia, con transparencias tan falsas que nos hacen ver que aquello no es la vida sino el cine, que es mejor que la vida.
Cantando bajo la lluvia (Singin' in the Rain, 1952)
de Gene Kelly y Stanley Donen


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