Y no sólo por contraste, porque una playa viene a ser lo contrario de un velatorio, sino porque la inmensidad del mar, su peso como metáfora es también la de la propia muerte, tratada a lo largo de la serie como cotidiana, pero no por ello menos intensa o perturbadora, como el océano.
En esta escena el padre muerto se le aparece a Nate para decirle que forma parte del juego y que no hay marcha atrás. Nathaniel debe entenderte que, le guste o no, la vida hay que jugarla, aunque no quiera, aunque tenga malas cartas, aunque no entienda las reglas, aunque parezca que una vez más todo va mal.
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