ALGUNOS DATOS BIOGRÁFICOS
A lo largo de los años Martin Scorsese ha
trazado un camino en el que cada una de sus películas, ficción o documental,
proyecto personal u obra de encargo, es ante todo un film de Martin Scorsese.
Esta coherencia e independencia manan de su
energía inagotable y de su habilidad política. Cualidades que también le han
permitido servir a su arte más allá de su labor como director de cine ya que
también es un fanático archivista-coleccionista de películas. (…) Martin
Scorsese se ha convertido en uno de los guardianes de la historia que él mismo
ha contribuido a escribir.
Scorsese pasó su infancia y adolescencia en un
gueto, el de Little Italy en Nueva York, lo que hace de él casi un inmigrante.
De esa condición surge, a la vez, su sentimiento de ser un extranjero en su
país y un apego violento y doloroso a este.
De él extraerá el descubrimiento
casi fascinado de la gran sociedad neoyorquina en La edad de la inocencia (The
Age of Innocence, 1993), así como la descripción angustiada de la
corrupción contemporánea en Infiltrados (The Departed, 2006). Para tener una idea del mundo en el que Martin Scorsese se crio, hay que
ver Malas
calles (Mean Streets, 1973), que muestra el gueto italiano antes de su
transformación en un barrio de moda.
Los padres de Scorsese ya nacieron en Nueva York
al poco tiempo de que sus respectivas familias llegaran de Sicilia en 1910. Los
inmigrantes ocuparon los edificios de Little Italy según sus orígenes
geográficos. Elizabeth Street, donde se asientan, es una calle siciliana. (…)
el padre, Charles Scorsese trabaja en la confección, su madre Catherine es
costurera a domicilio, cocinera y matrona.
El pequeño Martin es víctima de frecuentes
ataques de asma por lo que permanece en casa y contempla la vida de las calles
a través de la ventana de su habitación, en el tercer piso.
Scorsese deberá esperar al fin de sus
estudios secundarios para descubrir el mundo más allá de los confines de Little
Italy. Mientras tanto, se fija ese microcosmos al que la enfermedad le impide
pertenecer del todo, a la vez que le forja el rasero de su única salida
exterior, el cine. Su vinculación al cine se convierte en el eje de su
biografía.
Martin creció en una familia en la que los libros no
estaban presentes. Como contrapartida, a los cuatro años vio Duelo
al sol (Duel in the Sun, 1946) de King Vidor, un western melodramático y
erótico del que guardará un recuerdo asombrado y violento.
A medida que su asma se agrava, su padre le
lleva cada vez más a menudo al cine. Poseedor de una memoria prodigiosa, Martin
Scorsese empieza a almacenar los rudimentos de lo que llegará a ser una de las
erudiciones cinéfilas más impresionantes del siglo.
Para completar dicha
educación, la televisión hace su entrada en casa de los Scorsese. Y permite que
el niño descubra otro cine además del de las salas de Manhattan: películas
neorrealistas italianas, producciones británicas como Narciso negro, (Black Narcissus, 1947) de Michael
Powell y Emeric Pressburger o, de los mismos autores, Las zapatillas rojas (The Red Shoes, 1948). En definitiva,
películas que por su fantasía narrativa y sus colores barrocos, se alejaban de
la norma hollywoodiense.
Cuando cumple once años Martin Scorsese acude a
misa y a puertas de la adolescencia desea tomar los hábitos. Pero cuando va a
cumplir catorce años irrumpe en las pantallas de los televisores Elvis Presley.
El cineasta ha dicho que fue el rock and
roll lo que disuadió su vocación sacerdotal.
En unas declaraciones recogidas en Cahiers du cinéma dice: ‘Sólo estudié
algunos meses… Fue entonces cuando estalló la revolución del rock and roll. La
música, aquella música, fue muy importante para mí… Fui expulsado. Para ellos
yo era un golfo, semilla de gánster’.
Siempre presente en toda su filmografía, la
religión será una constante referencia iconográfica que resultará determinante
para comprender determinados comportamientos de algunos personajes. Seducido
por la parafernalia visual de los oficios y celebraciones de la iglesia
católica, todo su cine se encuentra impregnado de cierto fervor popular,
acompañado por el apego a cualquier tipo de fiesta o reunión familiar, de esta manera nos ofrece una colorida versión de su herencia
latina, de unas personalidades a menudo
contradictorias, marcadas por el carácter biográfico de gran parte de su obra
que podemos ver en la trilogía compuesta por Malas calles, Toro salvaje y Uno de los
nuestros.
Como él mismo dice: Cuando uno se ha criado en Little Italy, ¿qué se puede ser
sino gánster o sacerdote?
De cualquier modo, en 1956, Martin Scorsese anda
por las calles de su barrio en compañía de jóvenes que acabarán mal.
Termina sus estudios secundarios con notas muy
justas y a principios de los sesenta ingresa en el Washington Square College de la Universidad de Nueva York.
En la Universidad, Scorsese se da cuenta de que
no todas las chicas son morenas y de que se puede hablar de cine durante horas.
Los cursos de cine los imparte un profesor de origen armenio Haig Manoogian
quien descubre a sus estudiantes los grandes directores del cine mudo, el
experimental y a los autores europeos.
También es en la Universidad donde conoce a
gente como Brian de Palma quien
dirige sus primeros largometrajes a un joven actor llamado Robert De Niro, a Jonas Mekas,
cineasta de vanguardia, o a John Cassavetes que acaba de iniciar su
carrera de director independiente, demostrando que se podía rodar en las calles
de Nueva York y dar vida a personajes salidos de la realidad.
A partir de 1963 Scorsese
rueda sus primeros cortometrajes. En esas primeras películas ya apunta un talento de director de
actores, una maestría del ritmo una
búsqueda de la verdad de los personajes que se harán constantes en su obra.
Scorsese se licencia en Lengua Inglesa y poco después logra rodar Bringon
the Dancing Girls en 35 mm, la crítica del New York Times señala, en
términos elogiosos la “vitalidad brutal” y la “imaginación fértil” del joven
cineasta.
Martin Scorsese se casa en la catedral de San
Patricio y en 1965 nace su hija Catherine. Por entonces no era nada optimista
respecto a sus proyectos. Su modelo era Orson
Welles que había dirigido su primer largometraje antes de cumplir los
treinta años y Bernardo Bertolucci
que tiene su misma edad.
Haig Manoogian
convence a Scorsese para que retome Bringon the Dancing Girls y filme
nuevas escenas. Convence a un joven actor llamado Harvey Keitel que encarna al joven que deambula por las
calles de Little Italy con sus amigos. La película se llamará ¿Quién
llama a mi puerta? (Who’s that Knoking
at my Door?, 1967) y es la ópera prima del realizador neoyorkino.
Who’s that Knoking at my Door? (1967)
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