Su
cuarto de baño es una sala de montaje, su dormitorio una sala de proyección.
Los magnetoscopios no descansan durante las veinticuatro horas, la música no se
interrumpe jamás, la noche se confunde con el día, el día con la noche.
(Michael Powell realizador británico, amigo de Scorsese).
Capaz siempre de sorprendernos visualmente, de
filmar desde complejas películas de ficción a documentales arriesgados, de
llevar sus personajes a situaciones límite, Scorsese puede ser tan depresivo, generoso, impulsivo
y destructivo como sus héroes.
Cinéfilo insaciable, su mundo lo conforman las
imágenes de miles de películas, su cine es un reflejo visceral de las
contradicciones de este católico de origen italiano, a caballo entre dos
culturas y que impregnan toda su obra.
Scorsese ha rodado algunas obras capitales del
cine americano de los últimos decenios como Toro salvaje (Racing Bull,1980) elegida por los críticos como la mejor película de los
ochenta, aunque también ha conocido delicados momentos que han puesto en
peligro su carrera.
Bajo de estatura, con problemas asmáticos desde
su infancia y cuatro matrimonios a sus espaldas, Scorsese vive a la velocidad
de sus personajes, inmerso en un continuo caudal de emociones, sin tomarse un
momento de respiro, obsesivo y neurótico con la historia que tiene entre manos.
Explosivo como las bandas musicales de su
filmografía, Scorsese sabe dar a sus ficciones una capacidad emotiva que
parecía patrimonio de los viejos realizadores del cine americano.
RECUERDOS DE UN CINÉFILO
Vamos a repasar algunas declaraciones del propio
Scorsese en las que explica su relación personal con el cine.
‘Para mí, mis recuerdos de espectador están
indisolublemente ligados a la familia. Mi padre y yo nos comunicábamos en
silencio al compartir juntos estas imágenes y emociones extraordinarias. Todo
esto me marcó tanto, hasta el día de hoy, que lo esencial de mi deseo y de mi
necesidad de expresarme por medio del cine surge directamente de ahí’.
(…) ‘Estamos mi padre y yo en un autobús de
Queens, camino del cine en el que proyectan Balas vengadoras (I Shot Jesse James, 1949), y nos
preguntamos: “¿Por qué la gente sigue dedicándose tranquilamente a sus
ocupaciones? ¿No saben que hoy dan Balas
vengadoras? ¿Tienen realmente la intención de no ir a ver la película?”
(…) ‘Salgo del cine una tarde y la cegadora
claridad del sol destruye la magia del hechizo; nunca fui tan consciente de esa
pérdida como cuando, a la edad de diez años, salí del cine de mi barrio después
de haber visto una reposición de Lo que el viento se llevó en Technicolor’.
‘Me resulta imposible limitar a una sola la
experiencia cinematográfica más significativa que he tenido. ¿Por dónde
empezar? Las zapatillas rojas, Ciudadano Kane, Centauros del desierto, Senso,
El
gatopardo, El tercer hombre, La ley del silencio, Al
este del Edén, Los cuentos de Hoffman, Raíces
profundas, De entre los muertos/Vértigo, Bonnie and Clide, Alexander
Nevski…’
Como anécdota y aunque no aparezca en estas
declaraciones hay que señalar que la película favorita de Martin Scorsese es Tierra
de faraones (Land of theFaraohs, 1955)
de Howard Haws.
En
cuanto a los actores podemos ver lo que piensa de ellos en estas
declaraciones en una entrevista publicada el 3 de marzo de 1996 en Cahiers du Cinema:
‘La familia es algo muy importante para mí, es
una referencia. De Niro y Keitel son parte de mi familia. Mis
padres también les consideran como hijos suyos. Joe Pesci también forma parte de la familia. (…) Coppola es como un hermano mayor. De Palma también. (…) Para un
realizador, como para los actores, la idea de la familia hace las cosas más
fáciles, más agradables’.
Para
terminar, unas declaraciones de Scorsese sobre el sentido de la vida:
(…) ‘Gracias a mi madre y a esa parte de mi
familia, aprendí el sentido del humor. Ese fatalismo siciliano me parece
maravilloso: “No te preocupes. ¡Ocurra lo que ocurra, será malo!”. Una vez lo
sabes no hay problemas. Uno ya no busca ser feliz. Se contenta con pequeñas
cosas de vez en cuando. Pero es necesario seguir viviendo. Y la vida es, la
mayor parte del tiempo, un problema.
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