Pidieron dos vasos grandes de cerveza fría.
La espuma separaba la cerveza de la realidad como las pastas de un libro o el espacio entre fotogramas en las películas de cine.
Damián la sopló porque no estaba acostumbrado, pero la mujer mojó sus labios que quedaron manchados de blanco; a su vez, la espuma quedó manchada de rojo.
N. Lascano
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