jueves, 18 de diciembre de 2025

1. Woody Allen. Los orígenes

Woody Allen
— ¿Usted es el joven cobarde del que habla todo el mundo?
—Bueno, no soy tan joven.

Woody Allen, en el personaje de Boris, en la película La última noche de Boris Grushenko (Love and Death, 1975)

LOS ORÍGENES
Algunas declaraciones de Woody Allen sobre su vida:

Desde pequeño sabía que podía hacer reír a los demás. Lanzaba ocurrencias divertidas en clase y contaba chistes en el recreo. La mayoría me los inventaba. Si alguien me pide que analice mi éxito como cómico no sabría que responder, es algo que entra en el terreno de lo intrínsecamente imposible.

En el fondo todos estamos tras la chica y con miedo a morirnos. La gente me observa en la pantalla, me ve citándome con una chica, saliendo con ella sin dejar de meter la pata, intentando besarla torpe e infructuosamente, y se ríe porque piensa: ‘Oh Dios bendito, a él también le pasa lo mismo’, y creen que se ríen de mí, pero se ríen de sí mismos. Y eso, en el fondo, les gusta.

Sobre su adolescencia:
Comencé a leer a los 17 años cuando empecé a salir con chicas, y como yo era un inculto no podía mantener una conversación con ellas. Eran mujeres seductoras, inteligentes, que leían mucho, y yo no las podía seguir. Esa fue la única razón que me impulsó a leer, a pesar de que la lectura no me interesaba en absoluto. Compréndalo, jamás había visto a mi padre o a mi madre con un libro en la mano.

Sobre su neurosis:
Aparentemente no hay un motivo especial para que yo sea el tipo neurótico que soy. Lo mío debe ser una insatisfacción genética con las cosas. Hoy, después de 20 años de psicoanálisis freudiano, lo único que he conseguido es reducir las sesiones de cinco a tres a la semana.

REFERENCIAS
Admirador de Fellini, De Sica, Welles, Buñuel y, sobre todo, de Bergman. Entre sus películas de referencia están El séptimos sello (Detsjundeinseglet, 1957), Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette, 1948), La gran ilusión (La grande ilusion, 1937), Ciudadano Kane (CitizenKane, 1951).

NUEVA YORK
Cuando en 1941 vine por primera vez con mi padre me enamoré desde el instante en que salí del metro en Times Square: cada seis o siete metros había un cine con una marquesina resplandeciente. En mi barrio (Brooklyn) había uno cada tres calles, y ya era mucho. Aquí, en Broadway, veía veinte a la derecha y otros veinte a la izquierda, y al doblar la calle 42, otros tantos. No daba crédito a lo que veía.



Vemos que la atracción de Manhattan sobre Woody Allen llegó directamente de la mano del cine al que ya era muy aficionado desde que con tres años viera la primera película, Blancanieves y los siete enanitos, y saliera corriendo de la butaca para tocar la pantalla, asombrado por el hecho de que los personajes que aparecían en ella se movían.

No solo me enamoré perdidamente de Manhattan a primera vista, sino que empecé a amar cualquier película ambientada en Nueva York que comenzara mostrando su 'skyline' y se adentrara en ella poco a poco: películas de detectives, comedias románticas, historias situadas en club nocturnos o áticos de Nueva York. Todavía hoy, el noventa y nueve por ciento de los films que no tratan de la ciudad rara vez me llaman la atención. Tienen que ser verdaderamente extraordinarios. En cambio, me encanta cualquier película de segunda categoría que empiece o se desarrolle en Nueva York .

Nieto de inmigrantes judíos llegados a América a principios del siglo XX, desde Austria por parte de la madre y desde Rusia por la del padre, esos orígenes geográficos y culturales iban a resultar decisivos para el enfoque posterior de su actividad creativa, en una muestra de fusión de raíces y tendencias que ha caracterizado siempre a la gran ciudad.

Esa mezcla de adoración y capacidad crítica sobre Nueva York es compartida con otros genios cinematográficos de origen europeo asentados en los Estados Unido: desde el austriaco Billy Wilder hasta los directores de ascendencia italiana como Martin Scorsese o Francis Ford Coppola con quienes en 1989 realizó una película titulada, precisamente, Historias de Nueva York (New York Stories, 1989).

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