—
¿Usted es el joven cobarde del que habla todo el mundo?
—Bueno, no soy tan joven.
Woody Allen, en el personaje de Boris, en la película La última noche de Boris Grushenko (Love and Death, 1975)
—Bueno, no soy tan joven.
Woody Allen, en el personaje de Boris, en la película La última noche de Boris Grushenko (Love and Death, 1975)
LOS
ORÍGENES
Algunas
declaraciones de Woody Allen sobre su vida:
Desde
pequeño sabía que podía hacer reír a los demás. Lanzaba ocurrencias divertidas
en clase y contaba chistes en el recreo. La mayoría me los inventaba. Si
alguien me pide que analice mi éxito como cómico no sabría que responder, es
algo que entra en el terreno de lo intrínsecamente imposible.
En
el fondo todos estamos tras la chica y con miedo a morirnos. La gente me
observa en la pantalla, me ve citándome con una chica, saliendo con ella sin
dejar de meter la pata, intentando besarla torpe e infructuosamente, y se ríe
porque piensa: ‘Oh Dios bendito, a él también le pasa lo mismo’, y creen que se
ríen de mí, pero se ríen de sí mismos. Y eso, en el fondo, les gusta.
Sobre su adolescencia:
Comencé
a leer a los 17 años cuando empecé a salir con chicas, y como yo era un inculto
no podía mantener una conversación con ellas. Eran mujeres seductoras,
inteligentes, que leían mucho, y yo no las podía seguir. Esa fue la única razón
que me impulsó a leer, a pesar de que la lectura no me interesaba en absoluto.
Compréndalo, jamás había visto a mi padre o a mi madre con un libro en la mano.
Sobre su neurosis:
Aparentemente
no hay un motivo especial para que yo sea el tipo neurótico que soy. Lo mío
debe ser una insatisfacción genética con las cosas. Hoy, después de 20 años de
psicoanálisis freudiano, lo único que he conseguido es reducir las sesiones de
cinco a tres a la semana.
REFERENCIAS
Admirador de Fellini, De
Sica, Welles, Buñuel y, sobre todo, de Bergman. Entre sus películas de referencia
están El séptimos sello (Detsjundeinseglet,
1957), Ladrón de bicicletas (Ladri
di biciclette, 1948), La gran ilusión (La grande ilusion, 1937), Ciudadano
Kane (CitizenKane, 1951).
NUEVA
YORK
Cuando en
1941 vine por primera vez con mi padre me enamoré desde el instante en que salí
del metro en Times Square: cada seis o siete metros había un cine con una
marquesina resplandeciente. En mi barrio (Brooklyn) había uno cada tres calles,
y ya era mucho. Aquí, en Broadway, veía veinte a la derecha y otros veinte a la
izquierda, y al doblar la calle 42, otros tantos. No daba crédito a lo que
veía.
Vemos
que la atracción de Manhattan sobre Woody Allen llegó directamente de la mano
del cine al que ya era muy aficionado desde que con tres años viera la primera
película, Blancanieves y los siete enanitos, y saliera corriendo de la butaca
para tocar la pantalla, asombrado por el hecho de que los personajes que
aparecían en ella se movían.
No solo me enamoré perdidamente
de Manhattan a primera vista, sino que empecé a amar cualquier película
ambientada en Nueva York que comenzara mostrando su 'skyline' y se adentrara en
ella poco a poco: películas de detectives, comedias románticas, historias
situadas en club nocturnos o áticos de Nueva York. Todavía hoy, el noventa y
nueve por ciento de los films que no tratan de la ciudad rara vez me llaman la
atención. Tienen que ser verdaderamente extraordinarios. En cambio, me encanta
cualquier película de segunda categoría que empiece o se desarrolle en Nueva
York .
Nieto
de inmigrantes judíos llegados a América a principios del siglo XX, desde
Austria por parte de la madre y desde Rusia por la del padre, esos orígenes
geográficos y culturales iban a resultar decisivos para el enfoque posterior de
su actividad creativa, en una muestra de fusión de raíces y tendencias que ha
caracterizado siempre a la gran ciudad.
Esa
mezcla de adoración y capacidad crítica sobre Nueva York es compartida con
otros genios cinematográficos de origen europeo asentados en los Estados Unido:
desde el austriaco Billy Wilder
hasta los directores de ascendencia italiana como Martin Scorsese o Francis
Ford Coppola con quienes en 1989 realizó una película titulada,
precisamente, Historias de Nueva York (New York Stories, 1989).


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