Walsh es seguramente el mejor narrador puro que el cine haya tenido. Su formidable capacidad sintética, la fuerza de su concisión narrativa le convirtieron en un cineasta único.
Un cineasta de una vitalidad exaltante que llevaba su narración de una tonalidad a su contraria sin desmayo, y que podía contar en 90 minutos una historia para la que la mayoría de los cineastas necesitarían cinco o seis temporadas de trece capítulos cada una.
Y encima era capaz de llenarla de imágenes memorables y de hacernos sentir que conocíamos en profundidad a personajes que apenas habían tenido un par de apariciones en el film.
Luis Aller
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