domingo, 14 de mayo de 2017

6. Uno de los nuestros (Goodfellas, 1990)

Para Uno de los nuestros Scorsese dispuso del mayor presupuesto de su carrera, 25 millones de dólares que se convierten en 47 millones de ingreso en taquilla.
Scorsese había leído la narración que el escritor Nicholas Pileggi había escrito basándose en la vida del mafioso arrepentido Henry Hill y está convencido de haber encontrado una voz autentica para evocar el crimen organizado.
De la infancia de un irlandés en Queens que soñaba con ser un gánster como los italianos, hasta su declive cuando tiene que denunciar a sus cómplices y ponerse bajo la protección de las autoridades federales, tiene todo lo que el cineasta necesita: el deseo de pertenencia y el miedo a la exclusión, la frontera tenue que separa el mundo normal del universo de los monstruos, la traición.

Scorsese escribe el guion junto a Pileggi, cuando se reúnen le muestra al escritor películas de la Nouvelle Vague como Al final de la escapada (A bout de soufflé, 1960) de Godard o Jules y Jim (Jules et Jim, 1962) de Françoise Truffaut con el fin de que Pileggi se apropie de esos métodos narrativos con disgresiones bruscas o la vos en off que adquiere la importancia de un personaje más.
La puesta en escena es como el destilado de todas las experiencias que Scorsese ha acumulado hasta el momento: el virtuosismo del plano secuencia que muestra a Henry Hill entrando al club nocturno por la cocina (que veremos con más detalle), la violencia psicótica de la escena en que Joe Pesci mata a un joven gánster en una especie de aria obscena porque ha encajado mal su broma, la precisión de las escenas de las familias que muestran a los gánsteres en las zonas residenciales americanas.

Es una vuelta al mundo de Malas calles, pero sin religión. (…) Lo que quiero describir es la vida cotidiana de una familia de la mafia durante los años 60 y 70. Los robos, los crímenes, las salidas al Copacabana… con todo detalle: la ropa que llevan, las mujeres de las que se rodean, los cadáveres que se entierran o desentierran. Aquellos tipos son verdaderos gangsters. No quieren ser otra cosa.
Martin Scorsese, declaraciones a Hubert Niogret, Positif, nº 356

El plano secuencia que explica la película:
Los planos secuencia si están bien realizados es una de las técnicas cinematográficas que más se disfrutan en pantalla.
Entre los más conocidos destaca el magistral e inquietante prólogo de “Sed de mal” (1958) y en Uno de los nuestros tenemos uno que me parece la quintaesencia de los planos secuencias: la escena del restaurante Copacabana ¿La razón? Es el único plano secuencia que cumple con todas y cada una de las siguientes cualidades:
    Dinamismo: Es un plano técnicamente fluido. Acompañamos a Henry y Karen desde una concurrida calle hasta la primera mesa de un restaurante con orquesta, pasando por los recovecos de una cocina en plena hora punta de incesante actividad. Todo ello perfectamente expuesto por los sutiles movimientos que ofrece la steadycam.
Coordinación: No se cortaron a la hora de contar con extras para la toma. Un centenar de personas perfectamente coordinadas. Poner de acuerdo a tanta gente para que todos hagan su función. Si alguno falla hay que repetir todo.
No es falso: Toda la secuencia se rodó de principio a fin sin falsos cortes. En la película “Hijos de los hombres” (Alfonso Cuarón, 2006) se quiso mostrar el rescate de una mujer embarazada en mitad de una batalla en una sola toma, pero una salpicadura de sangre en la lente de la cámara que después desaparece como por arte de magia le delata.  
Justificación de encuadre por movimiento: Esta cualidad es de gran apoyo para dar dinamismo a la secuencia. Se trata de la disposición de elementos en el encuadre que acompañan al movimiento del plano. De este modo, no se hace notoria la intención del cineasta en mostrar lo que él quiere mostrar, sino de mostrar lo que se debe. Para ello introduce a mozos de cocina o camareros, que entran en plano desde la izquierda del encuadre, y a continuación la steadycam acompaña el movimiento con la intención de ubicar el siguiente movimiento de nuestros protagonistas.
Coherencia expositiva: Los planos secuencia que mejor funcionan son los que acompañan a los mismos personajes desde el principio hasta el final del mismo. Tener un punto de vista con el que los espectadores nos podamos identificar justifica plenamente la existencia del plano en una sola toma. En el caso de “Uno de los nuestros” nos identificamos con Karen, ya que tanto ella como nosotros somos testigos al mismo tiempo de los medios de Henry para conseguir la mejor mesa del restaurante sin hacer cola. Además, la percepción que tiene Karen del estilo de vida de Henry en esta secuencia condiciona la trama. Ya que Henry en esta escena se gana, después de una primera cita fallida, a la que en un futuro será su esposa. 
El factor metafórico: Es en este punto es donde el ejemplo de Uno de los nuestros destaca sobre los demás, ya que se trata del único plano secuencia que he visto que tenga esta característica. Hay veces en la que los directores sintetizan la esencia de sus personajes en un plano. Pues bien, Scorsese sintetiza la esencia de toda la película en un único plano: “El hombre que salta la cola de un restaurante para acabar obteniendo la mesa que quiere” sirve como metáfora del “hombre que infringe las leyes para conseguir el status social deseado”. Y es que Uno de los nuestros, en esencia, trata de eso. En un mismo plano vemos a clientes bien arreglados esperando pacientemente en una fila para acceder al lugar que su buena posición social les ha permitido: una mesa en el restaurante Copacabana. Sin embargo, Henry no hace colas. Para ello accede a través de las cocinas, abriéndose camino entre cocineros y camareros a los que Henry paga para legitimar su presencia. En otras palabras, Henry es un hombre que no está dispuesto a sacrificar años de su vida en hacer bien las cosas para acceder a lo que podría obtener por otras vías menos éticas pero más caras. En lugar de eso usa un camino sin glamour pero eficaz para alcanzar sus fines: emprende la vía del crimen. No le preocupa arriesgarse a que el olor a fritanga de las cocinas oculten el de su colonia si para ello no tiene que esperar por una mesa para disfrutar del show. Y al final, cuando consigue llegar a su bien posicionada mesa, los suyos le recuerdan que están ahí, en la mesa vecina. El modo empleado no es otro que invitándole a una botella cuyo precio probablemente sea similar al desembolso de Henry con el servicio que le ha facilitado el camino. En definitiva, un grupo de mafiosos en la mejor área del restaurante por el hecho de incentivar económicamente a los camareros, al igual que hacen con los policías, jueces y fiscales.

Ante una filmografía ten extensa e importante como la de Martin Scorsese no podemos más que acercarnos brevemente a ejemplos como los que hemos visto, como saben hay muchas más películas y la mayoría ejemplos destacados en la historia del cine. Scorsese sigue en activo, hace unos meses estrenó la fallida Silencio (Silence, 2016) y está terminando El irlandés (The Irishman), de nuevo una historia sobre la mafia en la que vuelve a trabajar con todos sus actores míticos; Robert de Niro, JoePesci, Harvey Keitel junto a Al Pacino y Leonardo Di Caprio.
Tras múltiples nominaciones a lo largo de su carrera, ganó finalmente el Óscar al mejor director por Los infiltrados (The Departed, 2006), film con el que también ganó el Óscar a la mejor película en la 79ª edición de los Premios de la Academia (2007). El Óscar le fue entregado por sus amigos Francis Ford CoppolaGeorge Lucas y Steven Spielberg
Terminamos con una frase de Martin Scorsese sobre el cine:
En realidad, es el recuerdo de la sala de cine en sí misma lo que me viene a la mente. Recuerdo que de niño me llevaban al cine –mi padre, mi madre, mi hermano‒ y que mi primera sensación fue la de penetrar en un mundo mágico: la alfombra mullida, el olor de las palomitas de maíz frescas, la oscuridad, la sensación de seguridad y sobre todo de estar en un santuario. (…) Un mundo de sueños. Un lugar que provocaba y agrandaba nuestra imaginación.


Agrandemos nuestra imaginación.

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