Para Uno de los nuestros Scorsese dispuso
del mayor presupuesto de su carrera, 25 millones de dólares que se convierten
en 47 millones de ingreso en taquilla.
Scorsese había leído la narración que el
escritor Nicholas Pileggi había escrito basándose en la vida del mafioso
arrepentido Henry Hill y está convencido de haber encontrado una voz autentica
para evocar el crimen organizado.
De la infancia de un irlandés en Queens que
soñaba con ser un gánster como los italianos, hasta su declive cuando tiene que
denunciar a sus cómplices y ponerse bajo la protección de las autoridades
federales, tiene todo lo que el cineasta necesita: el deseo de pertenencia y el miedo a la exclusión, la frontera tenue
que separa el mundo normal del universo de los monstruos, la traición.
Scorsese escribe el guion junto a Pileggi,
cuando se reúnen le muestra al escritor películas de la Nouvelle Vague como Al final de la escapada (A bout de soufflé, 1960) de Godard o Jules
y Jim (Jules et Jim, 1962) de Françoise Truffaut con el fin de que
Pileggi se apropie de esos métodos narrativos con disgresiones bruscas o la vos
en off que adquiere la importancia de
un personaje más.
La puesta en escena es como el destilado de
todas las experiencias que Scorsese ha acumulado hasta el momento: el
virtuosismo del plano secuencia que muestra a Henry Hill entrando al club
nocturno por la cocina (que veremos con
más detalle), la violencia psicótica de la escena en que Joe Pesci mata a
un joven gánster en una especie de aria obscena porque ha encajado mal su
broma, la precisión de las escenas de las familias que muestran a los gánsteres
en las zonas residenciales americanas.
Es una
vuelta al mundo de Malas calles, pero sin religión. (…) Lo que quiero describir
es la vida cotidiana de una familia de la mafia durante los años 60 y 70. Los
robos, los crímenes, las salidas al Copacabana… con todo detalle: la ropa que
llevan, las mujeres de las que se rodean, los cadáveres que se entierran o
desentierran. Aquellos tipos son verdaderos gangsters. No quieren ser otra
cosa.
Martin Scorsese, declaraciones a Hubert Niogret, Positif, nº 356
El
plano secuencia que explica la película:
Los
planos secuencia si están bien realizados es una de las técnicas cinematográficas
que más se disfrutan en pantalla.
Entre los
más conocidos destaca el magistral e inquietante prólogo de “Sed de mal” (1958)
y en Uno
de los nuestros tenemos uno que me parece la quintaesencia de los
planos secuencias: la escena del restaurante Copacabana ¿La razón? Es el único
plano secuencia que cumple con todas y cada una de las siguientes cualidades:
Dinamismo: Es un plano
técnicamente fluido. Acompañamos a Henry y Karen desde una concurrida calle
hasta la primera mesa de un restaurante con orquesta, pasando por los recovecos
de una cocina en plena hora punta de incesante actividad. Todo ello
perfectamente expuesto por los sutiles movimientos que ofrece la steadycam.
Coordinación: No se cortaron a la
hora de contar con extras para la toma. Un centenar de personas perfectamente
coordinadas. Poner de acuerdo a tanta gente para que todos hagan su función. Si
alguno falla hay que repetir todo.
No es falso: Toda la secuencia se
rodó de principio a fin sin falsos cortes. En la película “Hijos de los
hombres” (Alfonso Cuarón, 2006) se quiso mostrar el rescate de una mujer
embarazada en mitad de una batalla en una sola toma, pero una salpicadura de
sangre en la lente de la cámara que después desaparece como por arte de magia
le delata.
Justificación de encuadre por movimiento: Esta cualidad es de gran apoyo para dar
dinamismo a la secuencia. Se trata de la disposición de elementos en el
encuadre que acompañan al movimiento del plano. De este modo, no se hace
notoria la intención del cineasta en mostrar lo que él quiere mostrar,
sino de mostrar lo que se debe. Para ello introduce a mozos de
cocina o camareros, que entran en plano desde la izquierda del encuadre, y a
continuación la steadycam acompaña el movimiento con la
intención de ubicar el siguiente movimiento de nuestros protagonistas.
Coherencia expositiva: Los planos secuencia que mejor funcionan son los
que acompañan a los mismos personajes desde el principio hasta el final del
mismo. Tener un punto de vista con el que los espectadores nos podamos
identificar justifica plenamente la existencia del plano en una sola toma. En
el caso de “Uno de los nuestros” nos identificamos con Karen, ya que tanto ella
como nosotros somos testigos al mismo tiempo de los medios de Henry para
conseguir la mejor mesa del restaurante sin hacer cola. Además, la percepción
que tiene Karen del estilo de vida de Henry en esta secuencia condiciona la
trama. Ya que Henry en esta escena se gana, después de una primera cita
fallida, a la que en un futuro será su esposa.
El factor metafórico: Es en este punto es donde el ejemplo de Uno
de los nuestros destaca sobre los demás, ya que se trata del único
plano secuencia que he visto que tenga esta característica. Hay veces en la que
los directores sintetizan la esencia de sus personajes en un plano. Pues bien,
Scorsese sintetiza la esencia de toda la película en un único plano: “El
hombre que salta la cola de un restaurante para acabar obteniendo la mesa que
quiere” sirve como metáfora del “hombre que infringe las leyes para
conseguir el status social deseado”. Y es que Uno de los nuestros, en
esencia, trata de eso. En un mismo plano vemos a clientes bien arreglados
esperando pacientemente en una fila para acceder al lugar que su buena posición
social les ha permitido: una mesa en el restaurante Copacabana. Sin embargo,
Henry no hace colas. Para ello accede a través de las cocinas, abriéndose
camino entre cocineros y camareros a los que Henry paga para legitimar su
presencia. En otras palabras, Henry es un hombre que no está dispuesto a
sacrificar años de su vida en hacer bien las cosas para acceder a lo que podría
obtener por otras vías menos éticas pero más caras. En lugar de eso usa un
camino sin glamour pero eficaz para alcanzar sus fines: emprende la vía del
crimen. No le preocupa arriesgarse a que el olor a fritanga de las cocinas
oculten el de su colonia si para ello no tiene que esperar por una mesa para
disfrutar del show. Y al final, cuando consigue llegar a su bien posicionada
mesa, los suyos le recuerdan que están ahí, en la mesa vecina. El modo empleado
no es otro que invitándole a una botella cuyo precio probablemente sea similar
al desembolso de Henry con el servicio que le ha facilitado el camino. En
definitiva, un grupo de mafiosos en la mejor área del restaurante por el hecho
de incentivar económicamente a los camareros, al igual que hacen con los
policías, jueces y fiscales.
Ante una
filmografía ten extensa e importante como la de Martin Scorsese no podemos más
que acercarnos brevemente a ejemplos como los que hemos visto, como saben hay
muchas más películas y la mayoría ejemplos destacados en la historia del cine.
Scorsese sigue en activo, hace unos meses estrenó la fallida Silencio
(Silence, 2016) y está
terminando El irlandés (The Irishman), de nuevo una historia sobre la mafia
en la que vuelve a trabajar con todos sus actores míticos; Robert de Niro,
JoePesci, Harvey Keitel junto a Al Pacino y Leonardo Di Caprio.
Tras múltiples nominaciones a lo largo de su carrera,
ganó finalmente el Óscar al mejor director por
Los infiltrados (The Departed, 2006), film con el que también ganó el Óscar a la mejor
película en
la 79ª edición de los
Premios de la Academia (2007).
El Óscar le fue entregado por sus amigos Francis
Ford Coppola, George Lucas y Steven Spielberg,
Terminamos con una frase de Martin Scorsese sobre el cine:
En
realidad, es el recuerdo de la sala de cine en sí misma lo que me viene a la
mente. Recuerdo que de niño me llevaban al cine –mi padre, mi madre, mi
hermano‒ y que mi primera sensación fue la de penetrar en un mundo mágico: la
alfombra mullida, el olor de las palomitas de maíz frescas, la oscuridad, la
sensación de seguridad y sobre todo de estar en un santuario. (…) Un mundo de
sueños. Un lugar que provocaba y agrandaba nuestra imaginación.
Agrandemos nuestra imaginación.
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